No obstante, primero lo primero: ¿Cuáles son las consideraciones clave sobre la Economía en la Nube que deben hacerse los equipos de TI?
Como dijimos en la introducción, la transición a la nube implica una serie de desafíos y cambios en la forma de tomar decisiones de IT, que requieren una evaluación cuidadosa y una planificación estratégica. Por ello, los equipos de IT deben considerar aspectos clave que diferencian a la economía en la nube de los modelos tradicionales, y que ofrecen ventajas y oportunidades de negocio.
- Escalabilidad: La nube permite ajustar los recursos según las necesidades cambiantes, lo que facilita la escalabilidad y la adaptación a la demanda.
- Reducción de costos: Al eliminar la necesidad de infraestructura física, las empresas pueden reducir costos operativos y de mantenimiento.
- Modelo de pago por uso: permite a las empresas reducir costos al pagar solo por los recursos utilizados.
- Acceso Global: La nube permite el acceso a aplicaciones y datos desde cualquier lugar, fomentando la colaboración y la movilidad. Esto reduce una gran cantidad de gastos operativos.
- Actualizaciones gratuitas o de bajo costo: Los servicios en la nube se actualizan automáticamente, lo que permite a las empresas beneficiarse de las últimas innovaciones sin gastar de más.
¿Cuáles son los principales sesgos y desafíos a la hora de tomar decisiones económicas en la nube?
Asimismo, el proceso de elección de la infraestructura, la arquitectura, los proveedores y modelos de servicio, puede verse afectado por diversos desafíos y sesgos que pueden conducir a costos extras, errores, ineficiencias y pérdidas de oportunidades. Algunos de ellos son:
- Sobre confianza en la comprensión de costos y tiempos de proyecto. Consiste en subestimar la complejidad, la incertidumbre y los riesgos asociados a un proyecto de IT, y sobreestimar la propia capacidad de predecir y controlar sus resultados. Esto puede llevar a presupuestos y cronogramas irreales, que luego se traducen en sobrecostes y retrasos. En el caso de la nube, esto se manifiesta al ignorar los costos ocultos o indirectos, como los de migración, integración, seguridad, cumplimiento, capacitación y soporte. O bien, al no considerar los posibles escenarios de falla, interrupción o variación de la demanda.
- Preocuparse por la última tecnología en lugar de tomar decisiones sólidas. Muchos negocios se dejan influir por el efecto novedad o el efecto halo, que son tendencias a sobrevalorar o preferir lo nuevo, lo moderno o lo popular, sin evaluar críticamente su conveniencia, calidad o rentabilidad. Esto puede llevar a adoptar soluciones de nube que no se ajustan a las necesidades reales del negocio, o que implican un mayor costo o riesgo que otras alternativas. Así, este sesgo puede manifestarse al seguir modas o tendencias, como el cloud native, el multicloud o el edge computing, sin tener en cuenta la madurez, la compatibilidad o el grado de capacitación que requieren estas tecnologías.
- Dejar que creencias preexistentes influyan en la revisión objetiva de la información. En ocasiones, quienes toman decisiones buscan e interpretan la información de manera selectiva, para confirmar o reforzar las propias creencias, opiniones o hipótesis, y descartar o minimizar la información que las contradice o las cuestiona. Esto puede llevar a tomar decisiones basadas en supuestos, prejuicios o intuiciones, en lugar de en evidencias y datos. En el caso de la nube, este sesgo puede manifestarse al mantener una visión sesgada o limitada de las ventajas o desventajas de la nube, o al resistirse al cambio o a la innovación por temor o inercia.
- Subestimar el tiempo y el dinero para refactorizar aplicaciones en la nube. Este sesgo consiste en asumir que las aplicaciones existentes se pueden trasladar a la nube sin mayores modificaciones, o que el proceso de adaptación o refactorización de las aplicaciones para aprovechar al máximo las características y los beneficios de la nube es sencillo, rápido y barato. Esto puede llevar a enfrentar problemas de rendimiento, escalabilidad, seguridad, disponibilidad o funcionalidad, o a incurrir en costos adicionales o imprevistos. En el caso de la nube, este sesgo puede manifestarse al no efectuar un análisis detallado de la arquitectura, el código, las dependencias y los requisitos de las aplicaciones, o al no elegir el modelo de servicio más adecuado para cada caso (IaaS, PaaS, SaaS, etc.).
- No considerar el reentrenamiento o mantenimiento del equipo operativo. Este sesgo consiste en no reconocer o valorar la importancia de contar con un equipo humano capacitado, motivado y alineado con la estrategia de IT y de negocio, que pueda gestionar, operar y aprovechar los servicios de nube de manera eficaz y eficiente. Esto puede llevar a una pérdida de productividad, calidad, seguridad o competitividad, o a una mayor rotación, insatisfacción o conflicto. En el caso de la nube, este sesgo puede manifestarse al no invertir en la formación, el desarrollo, la actualización o la certificación de las competencias y habilidades del personal de IT, o al no definir o comunicar claramente los roles, las responsabilidades, los objetivos y las expectativas del equipo.
¿Cuáles son los aspectos clave de una economía cloud?
Como vimos hasta aquí, la economía en la nube se basa en una serie de aspectos clave que diferencian estos servicios de los modelos tradicionales de IT. Aspectos que ofrecen una serie de ventajas competitivas y oportunidades de negocio. ¿Cuáles? Veamos algunos de ellos:
- Costo Total de Propiedad (TCO). El TCO es una medida financiera que estima el costo total de adquirir, poseer y operar un activo o un servicio durante todo su ciclo de vida, incluyendo los costos directos e indirectos, fijos y variables, iniciales y recurrentes. El TCO permite comparar diferentes opciones de infraestructura y evaluar su rentabilidad y eficiencia. En el caso de la nube, el TCO suele ser menor que el de los sistemas tradicionales, ya que se eliminan o reducen muchos costos asociados a la infraestructura, el hardware, el software, las actualizaciones, el mantenimiento, el soporte, la energía, el espacio, el personal, y una larga cantidad de, etc.
- Cambio de CAPEX a OPEX. El CAPEX (capital expenditure) se refiere al gasto de capital, es decir, al dinero que se invierte en la compra o mejora de activos fijos, como infraestructura, hardware o software, los cuales se amortizan a lo largo del tiempo. El OPEX (operating expenditure) se refiere al gasto operativo, es decir, al dinero que se gasta en el funcionamiento o la utilización de dichos activos o servicios. Allí podemos incluir a la electricidad, internet, licencias, suscripciones, etc. El cambio de CAPEX a OPEX implica pasar de un modelo de propiedad a un modelo de servicio, donde se paga solo por lo que se usa, cuando se usa. En el caso de la nube, este cambio permite optimizar el flujo de caja, reducir el riesgo financiero, mejorar la flexibilidad y la agilidad, y facilitar la innovación y la experimentación.
- Modelo de precios variable y sin costos iniciales. El modelo de precios variable se basa en el principio de pagar solo por los recursos o servicios que se consumen. Este modelo se opone al de precios fijos, donde se paga una cantidad determinada por adelantado o periódicamente, independientemente del uso o el valor que se obtenga. Además, el modelo de precios variable permite ajustar el gasto a las necesidades reales del negocio, y aprovechar las oportunidades de mercado. En el caso de la nube, este modelo se complementa con la ausencia de costos iniciales, es decir, de inversiones o compromisos previos para acceder a los servicios de nube, lo que reduce las barreras de entrada y facilita el acceso a la tecnología.
- Elasticidad. La elasticidad se refiere a la capacidad de adaptar los recursos o servicios de IT a las variaciones de la demanda, de forma automática, rápida y eficiente, sin afectar la calidad o el rendimiento. La elasticidad permite escalar los recursos o servicios hacia arriba o hacia abajo, según sea necesario, sin desperdiciar recursos o perder oportunidades. En el caso de la nube, la elasticidad es inherente a la tecnología y sin dudas, es uno de sus aspectos más destacados.
- Valor Agregado. Se refiere al incremento o la mejora que se genera en un producto o servicio, al añadirle características, funcionalidades, beneficios o ventajas competitivas, que lo diferencian o lo hacen más atractivo para los clientes o usuarios. El valor agregado permite aumentar la satisfacción, la fidelidad, la rentabilidad y el crecimiento del negocio, al ofrecer soluciones innovadoras, personalizadas, integradas y de calidad. En el caso de la nube, el valor agregado se logra mediante el uso de servicios de alto nivel, que facilitan el desarrollo, la implementación, la gestión y la optimización de aplicaciones, procesos y datos, tales como DevOps, IoT, Big Data, la inteligencia artificial, el Blockchain, etc.
El verdadero valor de Cloud Economics
En una actualidad dominada por los datos, migrar a la nube puede parecer la opción de negocio más lógica. Sin embargo, no todo es tan simple como parece. Sí, los beneficios de la nube frente a opciones on-premise son bastantes, eso está claro. Pero cada negocio es un mundo. Por esta razón, al momento de planificar la migración, cada empresa debe medir estratégicamente el impacto organizacional de esta tecnología a largo plazo. Justamente allí, es cuando entender las vicisitudes de la economía en la nube se vuelve tan importante.
El motivo es sencillo: cloud economics ayuda a analizar el impacto financiero de las plataformas en la nube y ofrece una visión objetiva y realista de las ventajas y desventajas, los costos y beneficios, y los riesgos y oportunidades que implica su adopción. En otras palabras, te ayuda a determinar si la migración vale la pena y a tener un panorama claro de lo que puedes esperar una vez que decidas dar el salto.
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